¿Y si nos apuñalamos
para sacarnos la rabia
y nos abrazamos,
ensangrentados
nos perdonamos,
y de un momento a otro
no existen los pecados?
¿Y si tiramos nuestros cuerpos
arriba de aquel manto
de rosas y de espinas
y allá nos insertamos
riendo y llorando
como cuando pensamos?
Y por eso en esta noche
de soledad, tan deseada
al mirar las cicatrices
que del pasado quedaron,
yo me río desquiciada
por todo lo que he aguantado
y me río de la gente
que me quiso haber pisado.
La sangre, propia o ajena, siempre ayuda a tomar decisiones.
ResponderEliminarSuerte
J.