Oí mi voz
gritando
una vez más
tu nombre, detrás
de una pared
de piedra.
No oías
y yo, esta vez
no fui a buscar
un martillo,
para derribar
tal muro.
Si no que me quedé
gritando en soledad
sentada,
en lo oscuro.
Fumando
me encuentro,
a veces
me encuentro
llorando.
A veces ando por la calle
perdida y desorientada,
a veces quedo tirada
durmiendo en un cordón.
A veces tengo suerte
a veces espero
con ansias la muerte
ya cansada de llorar.
Sé que todas las coronas
van a mi frente,
elegiré una sin espinas
o siempre tendré presente
su recuerdo, por las heridas
que quedarán
en mi piel marcadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario