Un sabor amargo
casi como mi alma
vieja y repudiada
con odio y sin calma.
Le he tomado gusto
quizás fue la costumbre
y ahora me da miedo
sentir como me hunde.
Hablo de aquel sabor
que no mata pero duele
hablo de aquel dolor
que me ofusca, cuando puede.
Y me deja sin temor
más tan sólo por un rato
ya que es tanto mi dolor
a su calma yo me ato.
Siempre quiero un poco más
nunca ha sido demasiado
esta calma y esta paz
me han dejado anestesiado.
Igual siempre me ha gustado
sentir algo, estar despierta
sentir dolor y alegría
y sentir, que no estoy muerta.
Que sigan naciendo esas cicatrices que nos dicen vivas.
ResponderEliminar