Era de noche, estabamos en la plaza igual que siempre, evadiendo el mundo real con drogas arte y conversaciones subnormales. Levanté la vista y pude sentir su presencia, le dije a uno de mis amigos “ese hombre esta mal de la cabeza”.
Aquel hombre, se sentó justo en frente nuestro. Al instante se acercó con la escusa de la música que estabamos escuchando, y nos pidió compañía. Aceptamos.
Se hacía tarde el viento se llevaba las palabras, y aquel extraño ser no paraba de hablarnos de historias raras, con un comportamiento raro. Llego el momento de irnos y el hombre susurró “la típica”, ahí ya me hice consciente completamente de la situación, el tipo se sentía marginado, buscaba aceptación, a un grado extremo.
Luego me ofreció acompañarme a mi casa “por si me pasaba algo” yo le contesté que nada me pasaría. él insistió en que me podía pasar algo, y yo insistí en que nada me pasaría, él dijo haber entendido. Le dijo a mis amigos que él venía de muy lejos en busca de diversión y que si podía ir con ellos que no se iba a ir sólo….
Yo me fui, como todas las noches, para el lado de mi casa. El se dio vuelta y me miró, y hablando sólo dijo “Bueno, iré a caminar a la rambla”, y siguió mi camino. Ya asustada buscando soluciones mi amigo me grita que vaya con ellos, y no me negué. El loco arrancó para otro lado y mis amigos me acompañaron a mi casa.
Pero aunque no me haya pasado nada me quedé pensando, que le habrá pasado a ese ser, porque estaría tan vacío, porque lo habrán apartado del mundo, terminaré así? ¿Mi deseo de matar al mundo me va a dominar? Espero que no. Me alienta tener en claro porque estoy acá y para que luchar, aún en soledad luchar. Que lastima que no todos seamos conscientes de eso. Al final todos somos lo mismo, marginados de la sociedad, unos conscientes de la importancia de la vida y otros en cambio que tienen como destino atravesar su cabeza con una bala de plomo.
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