martes, 22 de marzo de 2016

El aire que respiramos, esta matando la vida en la tierra.

Misteriosa , oscura niña que aparece y se ausenta.
Vagando por pasillos con los oleos en sus bolsillos, con su cara descubierta.
 Con los ojos consumidos, del fervor que le provoca estar viviendo en las tinieblas.
Niña incomprendida, yo sé que estarás completa, el día que seamos libres.
No desearas nunca màs estar muerta.
Pintame cielos nuevos, campos con buena tierra, pinta la vida misma y no salgas allá afuera: El aire que respiramos, esta matando la vida en la tierra.


jueves, 17 de marzo de 2016

Destinos I

De la puerta, me observa espectante
la mirada aquella: burda, obscura.
Me invitaba a observar su figura
su propuesta me fue intimidante.

Se acercaba mientras lo veía
yo sólo lo veía y se acercaba
yo esperaba que llegara el día
o que alguna persona llegara.

Me vi de pronto, paralizada
y la figura extraña me ahorcaba
mientras que yo no podía hacer nada.

Después de varios intentos
logré ver de cerca su cara:
Era yo misma, con una soga la que me ahorcaba.







domingo, 13 de diciembre de 2015

Poesías catastróficas

Húndeme en tus pupilas
lléname de pasiones
en la noche , tranquila
llevame a otro planeta.
Ama mi alma, poeta
ama mi cuerpo, muerto
y si no amas mis senos
 cómeme, negro cuervo.

Destrózame por dentro
como tantos lo han hecho
destrozame, enfermo
si es que ya no estás muerto.
Si es que aún puedes tocarme
tocarme sin sentirte muerto
sólo mata y come mi cuerpo;
destrózame, negro cuervo.

Si ya quieres que me vaya
y me ves, estoy muriendo.
¿Por qué no me matas del todo?
¿Por qué no explotas mi cerebro?
A veces quisiera matarme
pero luego, despierto y no he muerto;
te pido negro cuervo, que me mates
 destrózame junto a tus recuerdos...

martes, 17 de noviembre de 2015

No todos los días se mata al diablo

El pelito de fracaso seguía clavado en mi piel, intacto. Incrustado. Cual si de una espina se tratase.
 Arraigado a mi piel, prácticamente me atravesaba. Atravesaba mi alma, la cual estaba a un hilo de romperse. El pelito de fracaso, siempre recordándome las pasadas miserias.
¡Qué ganas de arrancarlo! ¡Qué ganas también, de arrancar mi alma!
Y la pizca de fracaso  no cesaba ante mis quejas. Ni si quiera se inmutada.
Yo sin embargo, allí tirada, nada podía hacer.
Así que imagine que lo rompía. Arrancaba el fracaso de raíz y agarrado de las patas, colgado, lo sostenía.
Miraba su cara, pálida, diabólica, ¿Cuántas veces la habría visto? Eran incontables... Tomé los fósforos y lo quemé.
Era una noche fría y húmeda, mi cuerpo yacía en la cama. Mi mente imaginaba, volaba por quién sabe dónde. Mi boca, no paraba de sonreír, mis cuerdas vocales emitían sonidos fuertes y agudos.
Seguramente los vecinos lograban escuchar mis carcajadas. Mis ojos relataban el momento, impregnados en demencia. "No todos los días se mata al diablo", pensaba y sonreía , sumida en mi propia imaginación.

martes, 13 de octubre de 2015

Idilio mágico

Las vendas ya no podían sujetarse con un nudo, detrás de mi cabeza. Ni podían apalearme el cerebro con sus palabras, ni podían golpearme, con las cadenas de la sociedad.
Nada podía tocarme hoy. Era libre de todas sus acusaciones. O al menos estaba muy orgullosa de ellas. Ya no sabían como molestarme.
Podían verme sentada sonriendo al sol. Estaba pensando lo que podía hacer. Sabía que les iba a parecer estúpido. En cambio yo estaba completamente encantada. Literalmente encantada.
Si mirabas mis ojos en cambio, podía notarse en mi mirada el cansancio. Pero bastaba con inclinar la cabeza un poco más abajo y se podía divisar una leve sonrisa de complacencia en mi rostro. No salía de ahí. Se había fijado a mí como la raíz, enraizada a la tierra.
Quería irme muy lejos, junto a una persona que al parecer, era experta en encantamientos.
De a ratos me parecía una locura, no puedo negarlo. Sin embargo no podía dejar de lado ese deseo continuo de tirarme en algún lugar (muy lejos de este) a mirar el amplio e intrigante cielo. Justo a su lado. Quería ver sus ojos, y ver también el cielo en ellos.
Estremecerme, llorar, quizás abrazarlo... Abrazarme, prender un tabaco negro. Mirar el humo y sonreír, delirar. Girar la cabeza, dejar caer los ojos, abrirlos y que sigas: Justo ahí. Inmóvil, intrigante, radiante, etéreo, astrífero.
Quisiera conocer cada una de las galaxias que contienen dentro tus ojos, tu mirada oscura. También conocería si pudiera, todas las huellas de tu cuerpo.
Quisiera tal vez conocer cada detalle del universo, y ahora que pienso eso ¡que bueno haberte conocido; traes mucho de mar, de aire, tierra, traes mucho del viento!
Y mirar a sus ojos, estremecerme, llorar, y ver también el cielo. Quizás abrazarlo. Abrazarme.
Girar la cabeza, dejar caer los ojos, no abrirlos. Y quedarme justó ahí. Con la mejilla apoyada en tu cuerpo.
Contienes mucho del universo adentro.

lunes, 12 de octubre de 2015

A las tres de la tarde (Oscuridad)

Ya no había de qué escribir.
Podía ver las partículas de polvo iluminadas por un diminuto rayo de sol que se colaba por la persiana. Era una ventana grande, pero siempre tenía la persiana cerrada, casi completamente. Estaba tirada en un colchón escuchando hijo agrio, sin sacar un segundo los ojos del polvo. Y veía el mundo. Más de lo que imaginan. Podía ver el mundo.
Mis ojos veían rotar y caer las partículas de polvo. Se parecían tanto a mí. Y te veía entretanto en el mundo. Los veía a todos.
Estaba pálida exultante, y con mi cara de demencia se notaba que me alegraba, que me inquietaba y me excitaba su presencia.
Estaba riéndome sola, escuchaba los sonidos. Los gritos, y hasta los sentimientos. Estaba encerrada en mi casa a las tres de la tarde.

domingo, 4 de octubre de 2015

No sé a dónde voy.

Me llamó la atención, tu mirada café, observando en silencio mi lunar café, cuando nadie podía notarlo.
Me dio la sensación de estar navegando entre miradas. Colores.
 Pude sentir la calma., al menos por un momento. Mientras mis ojos dormían, se reparaba mi alma.
Acostada sonreía, imaginaba. Volar sin dirección. Me daba nervios en la panza, de no contener la emoción.
Acompañada algunas veces , y algunas veces no. No podría elegir un camino, porque no sé a dónde voy.